Un factor que ha coincidido en los últimos ejercicios realizados para diferentes especialistas de la medicina, es la importancia que el diagnóstico tiene para ellos.
Es quizás la misma motivación que les lleva al desarrollo de sus propias marcas la que justifica interés que el diagnóstico de sus pacientes tiene para ellos. Una circunstancia que como consultores compartimos cada vez más, hasta el punto de que me planteo la fase previa de investigación, o insight que previo al trabajo de diseño llevamos a cabo, como un ejercicio para determinar el estado y la situación de nuestros pacientes, perdón, de nuestros clientes.
Colocando al paciente en el centro y prescribiendo cada tratamiento conscientes de su estado, de sus circunstancias y de las condiciones de su entrono, los profesionales acaban determinando las soluciones que prescriben, conscientes de los beneficios que con ellas pueden aportar, y el coste, por como le pueden afectar, que le aguarda al paciente.
El diagnóstico, o los resultados del análisis determinan los pasos a dar para la llegar hasta los objetivos deseados, paso que solemos justificar con las metodologías que aplicamos, pero de los que nos solemos desviar por las circunstancias que en cada caso nos encontramos.
En la búsqueda de un valor diferencial que proyectar, en el empeño de unos valores que utilizar, nos encontramos con que cada caso es distinto. Son sus circunstancias, pero también sus oportunidades, sus recursos, sus públicos, sus medios y sus tiempos, los que hacen que ni siquiera dos de los muchos casos vividos sea idénticos el uno al otro. Si no, no sería Branding, más bien sería la aplicación de unos cánones, de una pautas y unas normas a cumplir para que, tanto ellos como los demás, sean lo que dicen ser.