Acabamos de conocer la nueva imagen que Elon Musk ha creado para identificar su red social. Conviene empezar diciendo que ha impactado más el modo de cambiar la imagen que la decisión de cambiar de una de las aplicaciones más conocidas y empleadas del mundo. Este cambio ha acaparado la atención de los profesionales del Branding, generando infinidad de artículos y comentarios sobre el hecho de  romper con las recomendaciones que cualquier profesional de la materia plantea a sus clientes.

Al margen de la pregunta de si el cambio es conveniente o no, estamos valorando las posibles consecuencia que, como caso relevante, puede generar entre las empresas a la hora de atender su imagen.

En mi opinión, diría que ni debería haber consecuencias, ni convendría que esto se convirtiese en una tendencia a seguir por aquellas marcas en circunstancias distintas a las de esta compañía, es decir, al resto de marcas del planeta.

Ante todo cabe reconocer que la situación en la que se encuentran, tanto esta plataforma, como su propietario obedecen claramente a una realidad, que ni la sufren ni la padecen ya que son ellos mismos las que la provocan y son por tanto un vivo reflejo de su realidad, puede incluso que su mejor versión, y de esto va la cosa en Branding.

La plataforma y su propietario son tan únicos como distintos y en consecuencia deben actuar como tales, fieles a su carácter, mostrando su fuerte personalidad y su manera de jugar sus cartas.

Nuestro trabajo, el de los creadores o consultores de marca, consiste en remarcar las diferencias que distinguen a nuestros clientes de sus competidores.

Lo que hace este señor, al romper los actuales modelos de comunicación, transformar la idea de movilidad o conquistar el espacio se me antoja que no son aspiraciones a las que apuntan ni la mayoría ni unos cientos de empresarios. Lo de nadar y guardar la ropa parece que no aplica entre quienes con sus hechos han demostrado que para nadar no necesitan ni agua. Por lo que pienso que en el caso de que algún profesional hubiese abordado este caso con el modelo, que de una u otra forma practicamos todos, hubiese obtenido el mismo resultado: en mi caso habría acabado recomendándole al cliente que con su mano pintase su marca, que saliera el mismo al terreno de juego y que defendiera con su propia voz su propuesta, ya que él es su principal activo, cosa que no recomendaría a quienes no disponen ni de sus mismos recursos, ni de su mismo carácter, ni vive sus mismas situaciones.